La agenda de los últimos meses puso la urgencia en desarrollar medidas y acciones que aborden decididamente el intolerable déficit habitacional que hoy tenemos en el país. Por lo mismo, cuando el Senado aprobó un gran acuerdo nacional para revertir la segregación social y urbana, se puso sobre la mesa la necesidad de trabajar en una transformación de la institucionalidad hacia una figura descentralizada y conectada con los territorios, transversal para que trascienda los períodos políticos, y que tenga un rol activo y eficiente en la generación de una nueva oferta habitacional más inclusiva.
Y, justo ahí, es donde el rol de los municipios es fundamental ya que tiene en su ADN el potencial para impulsar y ejecutar proyectos que permitan materializar este acuerdo nacional, sobre todo para las personas más rezagadas de nuestra sociedad. Los gobiernos locales no pueden seguir siendo actores relegados sólo a la contención de la demanda habitacional, ni menos mantenerse alejados de la política habitacional que en su implementación es eminentemente territorial. Las municipalidades y sus distintas direcciones son los que están más cerca de las personas y los acompañan en este largo y tedioso peregrinaje del acceso a la vivienda. En la actualidad, cuentan con escasas herramientas para desarrollar proyectos habitacionales, tienen muchas limitaciones y mínimas certezas sobre la disponibilidad de recursos para abordar este problema. Sin embargo, son quienes están más próximos, presentan una mayor legitimidad por parte de la ciudadanía y quienes pueden implementar una política pública que hoy adolece de una adecuada pertinencia territorial y de la vinculación con la inmensa diversidad de necesidades entorno al déficit habitacional.
Hay muchos ejemplos sobre los esfuerzos que han realizados algunas municipalidades: la Inmobiliaria Popular de Recoleta y su política de arriendo; en Santiago, los proyectos de viviendas sociales de Maturana y Santa Rosa, en el centro de la ciudad; o las experiencias de densificación predial en los lotes 9×18 en Renca y Peñalolén. Todos han sido casos exitosos que se ajustan a las dinámicas sociales de cada comuna.
Debemos y necesitamos hacerlo distinto, porque los modelos que conocemos son insuficientes. Tenemos la oportunidad de innovar y poner en valor al gobierno local, para que se conviertan en protagonistas de la transformación de sus territorios, poniendo a sus habitantes como actores fundamentales en la construcción de su hábitat y, de esta forma, contribuir a una ciudad más justa, digna y equitativa. Hoy es necesario hacerlo posible.
Camila Ramírez, Directora Inmobiliaria Social y Área Urbana
Loreto Wahr, Gerenta de inmobiliaria social, Techo Chile