La falta de acceso a servicios básicos o condiciones socioeconómicas, son factores que han sido investigados para ahondar en las problemáticas que aquejan a las personas que habitan campamentos en Chile. Sin embargo, la salud mental es otro elemento para entender la calidad de vida en este tipo de asentamientos.
Si hablamos de la salud mental de estas familias, era inevitable que en los últimos años no se viera afectada por el panorama sanitario a causa de los meses de confinamiento y casos de contagios en el país. Según la primera Encuesta Covid-19 en Campamentos en Chile, en 2020 la población de estos sectores experimentó cambios en sus estados de ánimo, presentando síntomas asociados a la depresión (30%), trastornos alimenticios (34%) y problemas para dormir (32%).
Para el 2021, el padecimiento de tres o más síntomas depresivos iba en aumento. A comparación del 33% del año anterior, esta vez se presentaba en el 41% de los habitantes de asentamientos habitacionales, siendo la salud mental y la inseguridad económica las mayores preocupaciones de quienes viven en condiciones de hacinamiento y bajo infraestructuras deficientes.
Por otro lado, la encuesta Ipsos Monitor Global de Salud 2022 evidenció que la población chilena es una de las más preocupadas por la salud mental. Asimismo, que entre las principales dificultades para acceder a su cuidado se encuentran los largos tiempos de espera y el alto costo de los tratamientos, factores que extrapolados a las comunidades más vulnerables y de extrema pobreza son aún más difíciles de sobrellevar.
La estrategia del Ministerio de Salud “Construyendo Salud Mental” reconoce la incidencia de la pandemia en la población general, pero también en los grupos con mayores dificultades para subsistir durante un escenario de incertidumbre económica, sanitaria y social. De esta manera, contempla acciones a seguir para fortalecer la salud mental en contextos de emergencia y mejoras al momento de proveer servicios de asistencia especializados.
En tanto, los escasos estudios sobre salud mental en campamentos en Chile denotan la necesidad de seguir construyendo una ley integral en la materia. Como Urbanismo Social continuamos con nuestro compromiso por construir mejores barrios y ciudades, donde las personas se sientan felices de vivir.
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Desde 1949 que Naciones Unidas celebra cada 8 de noviembre el “Día Mundial del Urbanismo”. Una conmemoración que nació con el fin de concientizar a las personas, pero sobre todo a los grupos de trabajo de planificación urbana, sobre la importancia de resguardar y proteger los intereses públicos y profesionales de la planificación urbana.
Se planteó la necesidad de aumentar la cantidad de parques y zonas recreativas, la recuperación de espacios públicos, a fin de evitar el hacinamiento y el crecimiento no planificado de las urbes.
A 73 años desde del primer “Día del Urbanismo”, el mundo pasó de 2 mil quinientos millones de habitantes a 8 mil millones, y si bien la tasa de crecimiento se ha frenado durante los últimos años, se espera que la población mundial crezca otros mil millones de personas de aquí al 2050.
A esto se suma que del total de la población mundial, actualmente más de 4,5 mil millones de personas (el 55%), viven en las ciudades y éstas, a su vez, representan tan solo el 3% de la superficie terrestre.
El Día del Urbanismo durante los últimos años se ha caracterizado por este problema de la concentración de la población en las grandes ciudades y los conflictos sociales asociados a esta densificación: la crisis habitacional, el desempleo, la desigualdad y la exclusión. Según cifras de la ONU, en el mundo hay 828 millones de personas que viven en las zonas marginales y estructuralmente inseguras de las ciudades.
Por eso es que el gran desafío planteado para la próxima década es permitir que todas las personas gocen de igualdad de derechos y de acceso a los beneficios y oportunidades que las ciudades pueden ofrecer.
De acuerdo a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y otros acuerdos y marcos mundiales para el desarrollo, el mundo pasa por un periodo decisivo para entender que “si está bien planificada y bien gestionada, la urbanización puede ser un instrumento poderoso para lograr el desarrollo sostenible”.
La Fundación Urbanismo Social ha planteado en sus 14 años de existencia, que las ciudades son el reflejo de la sociedad y es necesario superar la actual segregación y fragmentación territorial, entendiendo que la ciudad no es el problema, sino que parte de la solución.
Se debe hacer de la ciudad el escenario donde las personas puedan vivir dignamente, reconocerse como parte de ella y donde todos y todas tengan las mismas posibilidades de acceso a trabajo, salud, educación, vivienda y recursos simbólicos como la memoria, la participación y el acceso a la información.
Estas son las condiciones que permitirán construir ciudades más justas, humanas y equitativas, constituyendo un medio para lograr sociedades más felices, integradas y cohesionadas.
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