Conversamos con Elizabeth Andrade, reconocida dirigenta social en Antofagasta, quien fuera galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos 2022 por parte del Consejo Nacional del INDH. Elizabeth además integra el jurado de nuestro concurso de cuentos “Que no te cuenten otra historia”.
Elizabeth Andrade es una dirigenta social y comunitaria en la región de Antofagasta, reconocida por las comunidades como una mujer activa y “jugada”, quien se ha convertido en un símbolo de la lucha por la vivienda digna y el derecho de las personas migrantes.
Elizabeth nació en Perú, pero ya está pronta a cumplir 30 años en Chile, donde ha podido desarrollarse y articularse junto a las comunidades. Se ha alzado como una figura emblemática en la lucha social, a tal punto que en junio de este año el Instituto Nacional de Derechos Humanos la galardonó con el Premio Nacional de DDHH 2022.
Cuando supo del concurso de cuentos sobre dirigencia social y construcción de los territorios, “Que no te cuenten otra historia”, no solo la cautivó la idea, sino que además se puso inmediatamente a disposición para aportar en lo que fuera necesario. Hoy es parte del jurado del concurso de cuentos y es todo un orgullo para Urbanismo Social contar con su participación.
Dentro de los méritos que el INDH vio en ella para galardonarla, se destaca “su trabajo como dirigenta, educadora, activista y defensora incansable de los derechos humanos de las personas migrantes, en todas sus dimensiones y a partir de las propias experiencias”.
¿Cuál es el mayor problema que enfrentan las organizaciones y comités de vivienda?
Uno de esos problemas es el tema de la instrumentalización que hemos sido víctima en cierta forma durante muchos años. Se nos hace y hacen los diagnósticos y nosotros ya no lo queremos aceptar, porque queremos propuestas concretas. Una de las cosas que no hemos permitido en un proceso de empoderamiento territorial comunitario, es que no vamos a repetir lo mismo que venimos haciendo hace años. ¿Cuál es el estudio?, ¿Cuál es el referente? cuál es aquí, cuál es allá.
En el macro campamento Los Arenales (Antofagasta) somos un grupo de líderes completamente diferentes a los otros líderes sociales de campamentos. Nosotros venimos desde el año 2017 realizando diferentes tipos de estudios, que no han sido acogidos por las autoridades, a pesar de que nosotros se los hemos presentados y tenemos firmas de convenios donde se dice que son creíbles, que son reales.
Ahora que estamos en otra etapa, firmando convenios de luz, agua; nosotros estamos queriendo aplicar la ley 20.234, que es la ley que invita a cada uno de nosotros a hacer el proceso de la urbanización con radicación. O radicación por urbanización, a partir de la obtención del suelo, con conexiones y viabilidad para darle posesión individual a cada uno de los vecinos y poder reconstruir su casa.
¿Ha sido difícil empoderar a los y las dirigentas?
Cuando la organización ya tiene una visión de un proyecto armado, lo que toca es recopilar, escoger, pulir algunas cosas y mejorar. La gente cree -porque ha pasado y es historia antigua- que los dirigentes solamente están para obedecer las cosas que llegan o asistencializarlos, pero como nosotros ya hemos aprendido, hemos ido a talleres, nos hemos formado, nos hemos empoderado, hemos trabajado dentro de nuestro territorio, decimos esto no va y no porque no sea importante, sino porque ya se hizo. Pensamos que retroceder, para nosotros es no avanzar en lo que ya tenemos propuesto.
Entonces, es un doble desafío. A veces digo “pucha que somos pesadas” y me imagino la posición de las caras de algunos de los que les toca trabajar en Los Arenales. Si son de acá del territorio, deben decir “ uy con la Eli, uy con la Jesica, uy no”. Queremos los objetivos claros, para qué quieren hacer ese tipo de análisis por ejemplo, y cuál es la resiliencia, hacia dónde van a incidir, y cuál es la meta de todas estas propuestas.
Lo prioritario para nosotros es que conozcan nuestras propuestas y que nos ayuden a defenderlas, para no entrar en una muralla cuando queremos aplicar la 20.234 en el campamento. Yo creo que ahora me harán un poco más de caso, por ser premio nacional, el reconocimiento al trabajo que hago. Quizás me van a mirar de otra manera y van a mirar de otra manera también a Los Arenales; pero, te lleva a decir con claridad, que hay cosas que ya no se pueden seguir haciendo, como lo es instrumentalizar a las personas. Nada más porque tienes un proyecto ganado, ya, te lo ganaste, es cierto, tienes el fondo, cierto, pero antes de haber presentado ese proyecto ¿le has preguntado a la vecina si eso es lo que necesita?
¿Cuáles son las cosas que más molestan a las dirigencias cuando trabajan con ustedes?
Cosas que no se hacen, cosa que viene desde arriba y nos dicen “hagan esto aquí, esto acá”. Algunas vecinas lo van a aceptar y han tenido mucho éxito, pero nosotros que somos una comunidad empoderada, 44 mujerazas, les decimos no, porque eso no tiene sentido; nosotros queremos ser parte del Plan de Emergencia del tema de vivienda a nivel nacional, como lo hacen nuestros compañeros allá en Santiago por ejemplo, y que hasta ahora, a nosotros no nos han llamado.
Queremos ser parte de la propuesta de Integración Social, somos parte de la ley 41.126, donde la propusimos, como más de 25 mil firmas a la Convención, de los cuales tres incisos no más quedaron, pero fuimos parte de ese proceso. Entonces, no están hablando con una dirigente que quiere una casa, están hablando con una dirigente que está construyendo una ciudad y está pidiendo integración, inclusión e interculturalidad ¿entiendes?
¿Cómo te gustaría que fueran vistas las organizaciones?
Lo que nosotros estamos buscando en lo general, porque siempre lo decimos en diferentes espacios, es que se respete al máximo la opinión comunitaria, que no vengan a decirnos que quieren hacer con nosotros, sino que vengan a preguntarnos qué queremos nosotras.
Entonces, si tu me dices: ¿Qué dice el estudio topográfico del macro campamento? El estudio topográfico del macro campamento dice que son 10.5 hectáreas de terreno, donde hay 1.700 casa, tomadas por un drone aéreo, pero que viven 2.200 familias por ejemplo, de los cuales hay 14 campamentos y 19 comités de vivienda, porque por diferentes diferencias se han ido separando y separando.
Entonces, cosas así que han ido llevando a que esos estudios, nos digan bueno si, el 75% de la comunidad es una comunidad latinoamericana por ejemplo, y que es super grande; entonces, habían cuestionamientos al Estado, ¿querrá radicar espacios para migrantes?
¿Crees que hay mucho racismo en la mirada hacia los campamentos?
Estamos viviendo en una sociedad que es extremadamente racista, donde van a decir ¿por qué a ellos y no a nosotros que tenemos más de 20 años en la dulce espera? y nosotros decimos: es que no hay que esperar para tener una casa, hay que pedirla, hay que luchar, hay que ganarla y eso los vecinos lo saben, lo demostraron en el Teatro Municipal, cuando gritaban a viva voz por la casa, por un techo. La vivienda es un derecho y un derecho que no se le puede negar a nadie, como no se le puede negar a nadie el derecho a migrar; pero en fin, cosas así que se han ido dando en diferentes formas, en diferentes maneras, en diferentes espacios, pero que han ido fortaleciendo la calidad de condiciones acá, de la vecina, de los pobladores y pobladoras, de cada uno de nosotros; y que hay, bueno, la organización gubernamental, fundación, ONG, corporación que venga a trabajar con nosotros o que viene a trabajar con nosotros, eso es lo que le decimos día a día: construyamos juntos el derecho a la ciudad, teniendo en cuenta que los sueños son nuestros, no suyos.