Adaptándolos, hemos podido mejorar la salud física y mental de los niños del barrio Punta del Sol que participan en el programa que ayuda a Astro Charly en su viaje alrededor de la tierra.
Las costumbres de juego y alimentación de los niños y niñas han cambiado por el uso de la tecnología y otros factores culturales de la vida moderna. Esto, lamentablemente, incentiva el sedentarismo y el consumo de comida chatarra, perjudicando la salud física y mental de los más pequeños.
Sin embargo, en el barrio Punta del Sol de Rancagua, nos hemos hecho el tiempo y usado el espacio para poner en práctica juegos tradicionales chilenos, adaptándolos a los requerimientos del programa Misión X de la NASA, en el que participamos con la Fundación Urbanismo Social.
Adaptándolos para Misión X nos dimos cuenta que estos juegos siguen vivos y que nos ayudan a mejorar la actividad física y mental de los niños. Las actividades los ayudan a concentrarse, a ser más disciplinados y ágiles, permiten aumentar la fuerza muscular para mejorar la resistencia de sus huesos, y coordinar los movimientos y cambios de postura para el equilibrio y la agilidad. Con todo ello, los niños han ejercitado el sistema cardiovascular y respiratorio, mejorando así la regulación del ritmo cardiaco y la absorción del oxigeno para el buen funcionamiento de los órganos internos del cuerpo.
Saltar la cuerda, el relojito, la palomita, pasar sin tocar el cordel, el cochelito lele, las agachaditas, el chocolate, pasar la vaca, saltar al ritmo del canto o la cuerda individual, la pinta, la sillita musical, son algunos de los tradicionales juegos chilenos que hemos utilizado para que los niños entrenen, disfruten y aprendan costumbres chilenas para compartir, que se han ido olvidando.
“También hemos jugado a tira la cuerda, a las quemadas, al un dos tres momia, a la escondida, la carretilla, la gateada, a caminar en zancos, al tiro de argollas, al luche de avión y de caracol. Además, hemos usado los juegos de la plaza del barrio para hacer ejercicios, como los columpios, resfalines y allí hemos caminado con los pies atados, con un pie amarrado al compañero, al pequeño gigante, a la estrella de los buenos deseos y tantas cosas más que nos han ayudado a juntarnos, conocernos, reírnos y disfrutar en el barrio” explicó Ana Lamilla del equipo de Urbanismo Social.
Además, se ha promovido el consumo de comida saludable, explicando sus beneficios, se creó “El Jardinero”, juego que consiste en hacer los movimientos del rastrillo, la poda y la siembra, para luego crear un almácigo en material reutilizable. El resultado, una misión exitosa, en un barrio con niñas y niños ocupando los espacios comunitarios.