En las ciudades modernas, la movilidad de las personas resulta ser heterogénea y desigual. No es lo mismo desplazarse a horario punta en auto, bicicleta o transporte público.
También hay factores como la edad, el nivel socioeconómico, o el género, que determinan nuestra experiencia de movilidad. Si observamos desde una perspectiva de género, es posible ver que no solo es una práctica social, sino que también podemos evidenciar la reproducción de relaciones de poder.
La movilidad permite el acceso a espacios y servicios de la ciudad, los cuales están distribuidos de forma diferenciada en gran medida por la división de lo productivo, asociado al rol de los hombres en la ciudad; y lo reproductivo, marginado a los espacios privados, a la casa, a las mujeres.
¿Cómo sería una ciudad construida por y para las mujeres? Revisa nuestra columna de opinión en el marco de la Alianza Ciudad y Territorio de Base Pública.
Fuente: Base Pública
Por Pía Aravena, Gestora Social de Fundación Urbanismo Social.