Las ciudades son espacios determinantes para el desarrollo de las personas, porque es donde nos encontramos y desarrollamos como sujetos. Sin embargo, es también el escenario en donde se manifiestan todas las desigualdades, especialmente aquellas entre hombres y mujeres, generando una constante pugna política y social.
Podemos decir con certeza que hombres y mujeres vivimos la ciudad de manera diferente. Así por ejemplo, es cosa de preguntarle a una mujer por el número de traslados en la ciudad y los motivos de estos; ya que, según datos de la ONU HABITAT (2018), las mujeres llevan a sus hijos/as a la escuela tres veces más que los hombres. Entonces, la pregunta es obvia: ¿las ciudades han sido planificadas considerando estos aspectos? Y la razón por la cual la respuesta es negativa, es que justamente son los hombres los que han diseñado y planificado las ciudades; que, en lo sustancial, están hechas para hombres.
Pese a todo, las mujeres hemos sabido encontrar espacios y formas para enfrentar y apostar por la transformación de estas fuentes de desigualdad. Desde nuestra experiencia como Urbanismo Social queremos poner en valor el rol que tienen –y han tenido a lo largo de la historia- las mujeres en el desarrollo de la ciudad, del barrio y de ser comunidad.
La experiencia que durante 11 años hemos tenido como Entidad Patrocinante, donde las mujeres han sido fundamentales en la construcción de nuevos barrios de vivienda social y en el desarrollo del trabajo territorial, ha sido uno de nuestro sellos. Su rol como transformadoras de realidad nace desde la organización de las personas, asumiendo un papel activo en la dirigencia de comités habitacionales, transformándose así en referentes y agentes de cambio reconocidas por toda la comunidad. Claro ejemplo de esto es el proyecto Vista Hermosa, Constitucuión, en la región del Maule, cuya totalidad de dirigentes son mujeres, las que no solo se preocupan del desarrollo barrial, sino que también asumen responsabilidades de liderazgo local que inciden en la toma de decisiones de la ciudad.
Hemos podido observar que cuando las mujeres se organizan y diseñan en conjunto espacios colectivos, se consolidan territorios seguros, inclusivos y con diversos usos. Así lo vivimos en Carrascal el año 2014, cuando las mujeres de la población decidieron recuperar sus espacios públicos, para que sus hijo/as y niños del sector pudiesen jugar de forma segura. Hoy este espacio es un lugar recuperado por las dirigentes, y fue un detonante para la revitalización física y social de todo un sector.
Por lo tanto, como Urbanismo Social persistiremos con el desafío y la responsabilidad de avanzar hacia la apropiación del espacio público e incidir en la construcción de una ciudad considerando a todos/as quienes la habitan, transformando las prácticas que han promovido históricamente la desigualdad entre hombres y mujeres. Apostamos entonces, a una metodología que releve, visibilice e implemente acciones concretas de igualdad y justicia, otorgando las condiciones necesarias para que las mujeres recuperen sus espacios.
Queremos que se reconozca la dignidad de las personas, y se traduzca en intervenciones urbanas justas, es decir, aquellas respetuosas, participativas, de calidad y con perspectiva de género.
Comisión Género, Urbanismo Social